En Medellín, algunos ciudadanos
somos puntuales y exigentes con los horarios pactados y, resalto que esto es de
“algunos” porque la mayoría de personas andan apegados a la ‘ley del cuarto de
hora’ o, a cinco minuticos más tarde (lo escribo en diminutivo porque así lo
expresan ¿creen que el diminutivo hace los minutos más pequeños? Seguro un “cinquito”
dura menos).
La ley del cuarto de hora no es
más que un asunto legitimizado entre estudiantes universitarios, trabajadores,
amigos… una “ley” de esperar 15 minutos, como tiempo “prudencial”, a aquel que
está incumpliendo, sea cualquiera su razón.
Ejemplo de ello son los estudiantes, quienes esperan al profesor de la
cátedra x para la clase de 10 de la mañana y, como bien lo expresaba antes, en
la lógica de la ley, sólo esperarán hasta las 10:15 a.m. , es ese momento donde
algunos tomarán con satisfacción la idea de “no clase”, otros – pocos – lo tomarán
por el contrario.
Este ejemplo, con la ley “del
cuarto de hora” aplica en diferentes situaciones no sólo académicas. Aplíquela donde quiera, para todo da.
Recuerdo que hace unos nueve diez
años un pastor, caleño, de iglesia cristiana se quejaba diciendo que los paisas
somos muy relajados e incumplidos. Un día
le dijeron: “ahorita voy”, y le llegaron a las cuatro horas. ¿Qué nos hace pensar en que “ahorita” es
atemporal? Los colombianos a veces
creemos que somos atemporales y por lo mismo a veces ni les gusta trabajar.
En twitter: @paladardelimon
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